29.5.09

Echarse la bolita

Huizapol

Myriam Vidriales

Cuando al señor Roberto Casillas, director del rastro El Edén que fue clausurado esta semana por verter al drenaje sangre de los cerdos, le preguntaron si estaba de acuerdo en que se deben respetar las normas del medio ambiente, respondió, con franqueza irreprochable: “Completamente, estoy de acuerdo con que todos debamos respetar (…) es un mal necesario, se ocupa (sic) tener carne en Guadalajara y no hay otro servicio, no es que seamos tercermundistas, sino que no lo hacemos”.

Este es un brillante ejemplo de cómo funciona nuestra mente en términos ambientales. Nadie quiere tener la responsabilidad de proteger ni el agua, ni el suelo, ni el aire que nos permiten vivir. El señor Casillas, por ejemplo, se queja de que ningún rastro cumple la norma que a él lo obligó a cerrar. En todas las colonias hay quejas de que separar la basura es inútil pues el camión la revuelve en el tiradero. Los que tiran basura se quejan porque los ayuntamientos no ponen botes. Los ayuntamientos se quejan porque si ponen botes los ciudadanos los llenan… y así se va la bolita.

Esta misma mentalidad simplista y mediocre es la que se reproduce, en escala asesina en conflictos como la contaminación en El Salto, la deforestación en La Primavera, la putrefacción del río Santiago. Nadie es responsable, todos son impunes, y le tiran la bolita al de enfrente: las empresas al ayuntamiento, el ayuntamiento a la Secretaría de Medio Ambiente, la secretaría al gobierno federal y esos, como ya no tienen a quién culpar, se hacen los locos y no hacen nada.

¿Qué costo que tiene este echarse la bolita? ¿Qué costo tienen el silencio y la indiferencia? Hay quienes tienen respuestas para estas preguntas. Hay quienes han echado muchas cuentas y muchos muertos ante el avasallamiento que la suma de los intereses privados con la política corrupta hacen de nuestros recursos naturales, indispensables para vivir. Ellos se reunirán este fin de semana en El Salto, para participar en la IV Asamblea de Afectados Ambientales. Sus integrantes representan 80 comunidades, pueblos, colectivos y organizaciones sociales que sufren problemas que ponen en riesgo su vida y salud en una franja territorial que, si se pinta sobre el mapa, representa 52 por ciento del territorio nacional.

“Estamos en un momento privilegiado” –dicen en su invitación– “pues ante la adversidad que enfrentamos, cada vez más gente cobra conciencia del alto costo de no decir nada. Conforme hemos avanzado en nuestras luchas particulares, hemos sumado gente, que agrega ideas, esfuerzos y entusiasmo para cambiar las cosas. También nos acompañamos en nuestros sufrimientos, nos damos valor unos a otros. Nuestra lucha es por una vida digna y para detener la destrucción, el despojo y la privatización que los capitalistas han causado a nuestros territorios y recursos naturales”. La bolita está en la mesa. ¿Quién la quiere tomar?

Para contactar a la Asamblea: salvabosquetigre2@yahoo.com.mx

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