21.1.10

El lobby

RAÚL TORRES

Coordinadores incondicionales

Foto: Emilio González, gobernador de Jalisco, sale de la residencia oficial de Los Pinos
Emilio González, gobernador de Jalisco, sale de la residencia oficial de Los Pinos Foto: FOTO GUILLERMO SOLOGUREN

"Yo como digo una cosa digo otra”. La característica oración de uno de los personajes cómicos más famosos del país viene al caso para recordar la forma en que el gobernador del estado, Emilio González Márquez, aprovecha cualquier tema sobre el que se le pregunte para meter con calzador otro sobre el que intenta enfocar la atención. Así lo hizo el fin de semana pasado en la sierra norte del estado cuando con el pretexto de las nevadas y el retraso en la llegada de la ayuda a los lugares afectados, aprovechó el momento para reclamar a algunas comunidades wixaritari su oposición a la carretera Bolaños-Huejuquilla. Y así lo hizo ayer cuando se le preguntó sobre la opinión que le merecía la postura de la Universidad de Guadalajara respecto a la construcción de la presa El Zapotillo.

“Yo no voy a entrarle a debatir con mi Universidad, yo quiero a mi Universidad, la apoyo, todo lo que puedo con mi Universidad, entiendo que ellos traen problemas ahorita y, bueno, de mí sólo pueden esperar apoyo; yo no voy a entrar a debatir, porque yo no decido dónde se hacen las presas, eso lo hacen los científicos mexicanos”, respondió el mandatario para meter entre sus ideas el hilo de un tema por el que no se le estaba cuestionando. Lo siguiente, naturalmente, fue que los reporteros preguntaran sobre los problemas a los que hizo alusión.

“No sé cuáles tengan, que quieren ellos meter algún debate en el que yo no estoy; yo no peleo con mi Universidad, a la Universidad pública yo sólo tengo palabras de apoyo y recursos”, volvió a responder el mandatario para llevar la conversación por las ramas que le convienen. Con esta respuesta, González Márquez, sin ingenuidad, se desmarca de cualquier señalamiento pero va afinando la puntería a sabiendas de que, en este momento en particular, hablar de “problemas” en la UdeG significa remitirse a la confrontación entre ésta y el procurador del estado debido a la forma en que se llevan las investigaciones por el atentando contra el chofer de Raúl Padilla y el homicidio del director de la preparatoria 7.

Ya preparado el terreno, González Márquez suelta lo siguiente cuando se le cuestiona sobre los posicionamientos de la Universidad en distintos temas públicos y si está abierto al debate: “Lo que no le entro es cuando hay algún interés de distraer sobre problemas que pudiesen existir al interior del Consejo General Universitario o de la Universidad, esos son temas donde yo no, no quiero entrar”. Sus palabras son más que sugerentes y llevan la intensión de meter más ruido donde dice no estar dispuesto a entrar.

En su discurso, González Márquez reconoce no tener ninguna prueba de que la vorágine en que se ubica ahora la UdeG sea un asunto provocado internamente, sin embargo, lo deja ver así con toda intención. Emilio González a pesar de sus dichos no puede evadir la confrontación que se ha generado tras las graves acusaciones que desde la UdeG se vierten sobre Tomás Coronado, tampoco puede evadir o intentar ignorar que en ese enjuague va metido él por ser el responsable de mantener o remover a los funcionarios de su gabinete. El gobernador no debería intentar tender cortinas de humo tras las que él se vislumbra como el bueno de la película por el solo hecho de repartir dinero (que no es sinónimo de apoyo), como parece ser su costumbre. En este punto no debe olvidarse que, al menos en teoría, González Márquez es (o debería ser) el hombre más informado del estado, por lo que si sabe algo no debe hacerlo público de esa forma, sino hacer que la ley se cumpla. De lo contrario, siendo él quien controla el aparato de justicia del estado (y dada la forma en que la justicia se administra en este país) puede sonar a amenaza o advertencia.

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