28.2.10

La destrucción del planeta aun puede revertirse

Todos y cada uno de nosotros tenemos claro que las actividades humanas están destruyendo el planeta. La especie humana es culpable, sin lugar a dudas de la contaminación de ríos, lagos y océanos; la desaparición de bosques, la degradación del suelo, la destrucción de ecosistemas; en fin, de la degradación de la calidad del aire, la tierra y el agua.
¿Por qué lo hemos hecho? Simplemente por buscar mejorar nuestro nivel de vida, por darle mas comodidades a nuestra vida cotidiana, por estar a la moda, por tener lo último en tecnología, por obtener mas ganancias.
Pero el tren en el que estamos subidos y que avanza por este camino que venimos recorriendo como especie desde hace cientos de años, ha chocado contra un paredón. Esa muralla es el equilibrio natural del ambiente global. Lamentablemente la velocidad a la que veníamos avanzando ha sido demasiada y en ese choque lo hemos roto, agrietado, destruido parcialmente. Nosotros mismos también hemos salido perjudicados por el golpe y lo seguiremos siendo por las consecuencias de romper un equilibrio necesario que llevaba millones de años.
Nos encontramos ahora en una disyuntiva complicada, cada paso que damos hacia delante, es a costa de romper un poco mas ese paredón, de desequilibrar aun mas el ambiente planetario. El problema es que siempre hemos avanzado en una sola dirección, hacia delante y nunca hemos tenido en cuenta otras alternativas.
Seguir avanzando, ahora significaría la autodestrucción. Significaría empeñar nuestro futuro y quedarnos sin posibilidad alguna de reparar el daño, significaría el final de la vida como la conocemos y quizás la extinción misma de nuestra especie.
Se nos plantea entonces una situación complicada. Debemos abandonar el camino que nos enseñaron desde pequeños que era el único, el mismo que transitaron nuestros padres, abuelos, bisabuelos y mucho mas allá.
De un día para el otro, en términos históricos, nos estamos viendo obligados, si queremos sobrevivir, a abandonar mucho de lo conocido, muchos de nuestros hábitos, costumbres y gran parte de nuestro modo de vida.
Contamos con todos los conocimientos científicos necesarios para hacerlo. Podríamos empezar a resolver en cuestión de meses cada uno de los problemas ambientales y sociales que hay en el mundo. En pocos años podríamos lograr que haya mas bosques de los que nadie haya visto en las últimas generaciones. En menos tiempo aún, podríamos limpiar casi todos los ríos del planeta hasta poder beber agua de ellos. Terminar con el hambre y la sed, con cientos de enfermedades. Restaurar la biodiversidad de enormes regiones y reparar muchísimos de los daños ambientales que hemos cometido.
Pero para ello, también deberíamos utilizar menos energía, realizar una gigantesca reforma agraria mundial, no solo en lo referido a la propiedad de la tierra, sino fundamentalmente en cómo y para qué se la utiliza. Tendría que dejar de haber personas multimillonarias, empresas multimillonarias y países multimillonarios. Tendríamos que dejar de fabricar armas, reducir al mínimo los residuos y reutilizar y reciclar la mayor parte de lo que usamos. Dejar de producir artículos superfluos y producir solo lo que sea realmente necesario.
El mundo tendría que dejar de “estar a la moda” y de tener “lo último en tecnología”. Dedicar menos horas a la televisión y mas a tareas sociales y ambientales como plantar árboles, educar y educarnos y concienciar a las nuevas generaciones. Tomar muchas decisiones en función del planeta y no ya de nuestras apetencias personales.
El desastre ambiental que hemos causado aun es reversible. Un mundo mejor aun es posible y contamos con las herramientas para lograrlo, solo nos separa de ello, la decisión política y social de hacerlo. Manteniendo las esperanzas y trabajando mucho y muy duro podremos lograrlo.

Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.

Ricardo Natalichio

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