14.3.10

En El Salto, celebran intervención de CNDH

Los vecinos denuncian que sí hay problemas de salud, pero no hay atención médica; falta involucrar a autoridades locales, advierten.

  • Dom, 14/03/2010 - 06:16

Guadalajara.- El Castillo y La Azucena, asentamientos humanos del municipio de El Salto, avanzan a pasos cansados para convertirse en pueblos fantasma: sus calles deterioradas dan cuenta del abandono en que los tienen las autoridades municipales. Los letreros de “Se vende” o “Se renta” se multiplican en las fachadas de las casas como células cancerosas. Y el abandono de hogares que ya no son ocupados se refleja en las tuberías arrancadas, en las puertas robadas, los vidrios rotos y las fachadas con grafiti.

En medio de todo, algunos —los que no se han podido ir— vieron ayer con beneplácito la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en torno al río Santiago emitida este mes (Público, 13 de marzo de 2010). En ella se atribuye la contaminación del río a funcionarios de la Comisión Nacional del Agua, hoy comandada por José Luis Luege Tamargo.

Por culpa de sus omisiones, los habitantes que moran en zonas aledañas al Santiago están en grave riesgo de salud, incluso de contraer enfermedades mortales como cáncer, dice la recomendación, que expone el caso del niño Miguel Ángel López Rocha, al establecer que murió por intoxicación por arsénico tras caer en 2008 al río, diagnóstico que discutían las autoridades de salud y ambientales del estado.

Verónica Rubio deambulaba ayer en las calles semidesiertas de La Azucena, la colonia donde vivía Miguel Ángel. Ella dijo confiar en que, con la recomendación, las autoridades estatales y municipales dejarán de hacerse de la vista gorda y sanearán el río: “El olor que sale es demasiado fuerte, y por los niños quisiéramos pedir la brigada de salud”.

Sin salud ni atención

Verónica es una madre joven con tres hijos y, además del olor del río, denunció que no hay servicios de salud cerca, y las brigadas ya tienen más de un año que no llegan desde las inundaciones de 2008. Sólo hay una farmacia en la colonia, pero sin médico, por lo que procuran no enfermarse o accidentarse, porque cualquier emergencia los dejará desamparados.

Adolfo Sandoval vive en circunstancias diferentes, pues hay un centro de salud justo a una cuadra de su casa en El Castillo. Aunque tiene algunos pequeños detalles: abre de lunes a viernes, cierra a las tres de la tarde y a las ocho de la mañana se acaban las fichas para atender: “A la hora de una emergencia, es como si no hubiera centro. Yo aquí vivo enfrente y las veces que he venido me ha tocado que no me atiendan: ‘Que no hay medicinas; que no hay servicio’: no falta qué cosa”.

Precisamente el viernes se enfermó su esposa y, cuando vio que no había cola en el centro de salud, se apresuró, para toparse con un letrero en la puerta que informa de que, en El Salto, el puente del 15 de marzo comenzó antes (ver foto).

Hace un mes, el secretario de Salud, Alfonso Petersen Farah, se comprometió a fortalecer la atención en el centro de salud, pero a la fecha no ha cumplido, señalaron los vecinos.

A Adolfo también le dio gusto que finalmente un organismo increpara la insistencia de las autoridades de que el río no es un riesgo, y más gusto le dio la posibilidad de que haya sanciones: “Que investiguen eso a fondo y a todos los responsables. Que sintamos nosotros que las autoridades todavía piensan en uno, porque a ellos lo que más les importa son las empresas que contaminan”.

Falta algo a la recomendación

Raúl Muñoz Delgadillo, presidente del Comité Ciudadano de Defensa Ambiental, vio positiva la recomendación de la CNDH, pero, a su juicio, necesita más: “Faltó hacer señalamientos al gobierno del estado y a los gobiernos municipales, que también están involucrados y que para nosotros son responsables de la muerte de Miguel Ángel, sobre todo los gobiernos que autorizaron la construcción de La Azucena, porque, si esa colonia no existiera, el niño no hubiera caído al río”. Anunció que, como en el estado ya no los escuchan, elevarán sus demandas al gobierno federal.

En El Salto, opinan algunos, lo más sencillo para solucionar el problema de salud provocado por el río Santiago es reubicar a las personas. Pero esta lógica nómada, donde la gente migra para escapar de la polución en lugar de resarcir los daños ambientales, podría conducir a un momento en el que ya no habrá más sitios a dónde ir.

Sergio Blanco

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