20.2.12

Cumbre de Durban

Cumbre de Durban 2011, COP 17, Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas.

El 2011 cerró con un desafortunado final en materia de ecología. Ciertamente, la Cumbre de Durban, la reunión de la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, defraudó a los ambientalistas y a las poblaciones de los países más vulnerables ante los efectos del calentamiento global. De ello os hablaremos en las próximas líneas.

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“Del dicho al hecho, hay un gran trecho”

En 2011, la ya tradicional Conferencia Sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas se celebró en Durban, Sudáfrica, del 28 noviembre al 11 diciembre 2011. El objetivo planteado, al menos en los “papeles previos” era el de establecer un nuevo tratado para limitar las emisiones de carbono.

Veamos entonces en primer lugar, cuáles fueron los resultados concretos de la Cumbre de Durban. Lo que los negociadores acordaron no fue un recorte efectivo e inmediato en las emisiones de carbono (lo que todos nosotros esperábamos). Sino comenzar a trabajar en un nuevo acuerdo climático -que tendrían fuerza de ley- el cual exija tanto a los países desarrollados como a los en desarrollo a reducir sus emisiones de carbono.

Los términos de ese acuerdo plantean que deberán ser definidos para el año 2015, y entrarán en vigor recién a partir del 2020. Al parecer, nuestra tierra puede seguir esperando una década más para los “negociadores” de la COP…

Lo que dejó la Cumbre de Durban

Podríamos decir que la Cumbre de Durban dejó un sabor amargo… Pero, si lo consideramos desde una perspectiva bien amplia, tendríamos que reconocer que dejó también un sabor dulzón, aunque esto fue así sólo para un pequeño –aunque muy poderoso- grupo de personas, gobiernos y corporaciones vinculadas a las emisiones de carbono.

Así lo plantean, también, las principales organizaciones ambientalistas, tal como Greenpeace y Ecologistas en Acción. Desde este lado del camino (desde los que sostienen la urgencia de detener las emisiones de carbono cuanto antes) las conversaciones de Durban han terminado de la misma manera que comenzaron, en el fracaso.

Los gobiernos participantes en las negociaciones climáticas de la ONU han decidido escuchar a los contaminadores en lugar de al pueblo. Fallaron en reforzar las medidas de ahorro para mitigar las catástrofes climáticas y han evitado decidir nuevas y más profundas directivas para luchar contra el cambio climático.

La sensación amarga en boca de muchos es, pues, que los contaminadores han ganado esta ronda de conversaciones con los políticos, y en contrapartida se ha avanzado poco rumbo a un acuerdo global para combatir el cambio climático.

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Hace dos años, en las Conferencias de Copenhague, los políticos prometieron un fondo de 100 mil millones de dólares para ayudar a los países más pobres a adaptarse y mitigar el cambio climático. Llegaron a Durban dos años más tarde, sólo pensando en diseñar una manera de recolectar y distribuir el dinero. Y resulta que ni siquiera alcanzaron a hacer esto.

El papel de cada quien

Uno de los principales bloqueadores del éxito en las negociaciones, con mucho, fue EE.UU., que está claramente operando a las órdenes de los cárteles de carbono.

A su vez, los otros gobiernos y bloques poderosos como la UE, China y la India no han podido plantear una estrategia superadora que realmente condujera a un resultado donde el foco estuviera orientado a los más vulnerables. En resumidas cuentas, conversaciones más, conversaciones menos, no se han hecho progresos reales significativos.

Así planteada la cuestión, y para resumir brevemente, tal como plantea en sus palabras Kumi Naidoo, Director Ejecutivo de Greenpeace Internacional:

Un trato que debe ser implementado a partir de 2020 casi deja sin espacio para el aumento de la profundidad de las reducciones de carbono en esta década, cuando los científicos dicen que necesitamos cortar las emisiones tanto como sea posible.

Los gobiernos participantes deberían estar avergonzados. Cuando regresen a casa nos preguntamos cómo van a ser capaces de mirar a los ojos de sus hijos y nietos. Ellos nos han defraudado y su fracaso se mide en las vidas de los pobres, los más vulnerables y menos responsables de las crisis del clima global.

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